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Cuadernos de Lavapiés

Menú del día (del hambre)

Duelos y quebrantos:
La abundancia de torreznos y mantecas prohibidas en este cervantesco plato le dio el penoso nombre, abundancia que suponía un verdadero calvario para cuantos judeoconversos y moriscos se vieron obligados a comerlos, por exigencias del guión (del Santo Oficio).

Y es que los fogones no siempre han sido refugio de estómagos y paladares, ni a su calor se han amparado sólo los hambrientos. Hasta los lares de la cazuela han podido y pueden llegar la extorsión, el miedo y el chantaje, convirtiendo la cocina del cuerpo en horno crematorio de libertades, y envenenando sus guisos con la cobardía y el miedo, condimentos indispensables de la opresión.

Los cocineros sospechosos de haber pagado, bajo amenazas, el "impuesto revolucionario" a ETA, difícilmente podrán estos días elaborar marmitakos o pilpiles, ni aderezar changurros o purrusaldas. Aunque libres de sospecha morisca o judaizante, estos cocineros difícilmente podrán sacar de sus cocinas otra cosa que duelos y quebrantos, al menos por ahora.

De segundo, hambre:
Y, siguiendo con el menú del día, hay que recordar que el de hoy lo es Mundial de los Alimentos, que es como decir “Día Mundial de Acordarse del Hambre Prójima”, al menos hasta la hora del aperitivo, que ya es algo.

Y es que resulta que cada dos segundos se muere de hambre una persona, lo cual no deja de ser una estadística manipulada y simplificada. Lo cual, a su vez, no estorba el que, en el tiempo que a un servidor le ha costado este párrafo (o, al que lo lea, leerlo), lo ha dado para que mueran demasiados de los nuestros.

O sea, que mientras nosotros hablamos de "comida rápida", 2800 millones de personas lo gritan, sólo que cambiando el adjetivo por adverbio y divorciándolo del sustantivo implorante con una "coma" que nunca ha sido tan cruel, irónica e injusta.

Para postre, pateras:
Donde comen dos...Se dicen mientras miran por la borda atestada. "Y donde comemos 40 millones, pueden hacerlo 40 millones más 304, que es el número de invitados al banquete que han aparecido en Canarias en las últimas 24 horas", es lo que se dice uno.

Y muy en particular, porque estos 40, ó 300 ó 500 millones de comensales de pensamiento, palabra y obra pueden serlo, en parte, a costa de todos los comensales de omisión en los lugares de donde vienen los 304, los diez mil, ó los cien mil.

"La balanza comercial", se me dirá con razón, "no es un mecanismo tan sencillo; ni el mal reparto de la riqueza se puede juzgar a la ligera, en especial no deben hacerlo los profanos". Pero este profano no puede evitar asociar la palabra reparto con la imagen infantil de la furgoneta del panadero, que colgaba las barras del pomo de la puerta de la casa, ni puede tampoco evitar que cada vez que oye la expresión balanza comercial, se le venga a la cabeza la imagen de un occidental obeso y sobrealimentado subido a una balanza sin fiel. Infidelidad ésta que un profano servidor se permite sólo de cuando en vez, tras haberse atiborrado de guisos enjundiosos, y mientras intenta calcular qué número de gordos europeos haría falta para hacer zozobrar una patera. Por puro vicio.

1 comentario

Paula -

Me pregunto si te importaría que te añadiese... tengo pocos lectores (algunos amigos) y creo que les gustaría leerte también. Salud