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Cuadernos de Lavapiés

Steven Pinker y los conductores asesinos

La noche del miércoles, Steven Pinker hablaba, con soltura atípica en un científico, de la naturaleza humana, y desglosaba parte de sus teorías sobre el institnto y el aprendizaje. Era tarde, hacía una noche toledana incluso en Madrid, y Pinker acababa por decir que nuestra parte "buena", "solidaria" y preocupada por la justicia era tan integrante de nuestra naturaleza como la otra, la que antes achacábamos a los "instintos animales"; y que no había solución ni final previsto para la eterna "lucha", o desequilibrio, entre el ser humano que mata, oprime y abusa, y el otro, el que también por instinto y también por haberlo aprendido tiene en cuenta los sentimientos y derechos del prójimo.

A esa misma hora, en el kilómetro 54 de la carretera nacional N-1, esas dos naturalezas del ser humano se cruzaron por carriles equivocados. Un conductor suicida en sentido contrario a velocidad malsana asesinó a dos inocentes, padre y madre, que volvían del puente con sus dos hijos. En sentido opuesto, como le correspondía, un camionero de Ciudad Real paró al ver el criminal accidente, y se jugó la vida para salvar a los dos niños, que están graves, aunque fuera de peligro.

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