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Cuadernos de Lavapiés

Mesones de Paredes, amas de cría y pasteleros

La calle del Mesón de Paredes fue una de las primeras que quise ver al venir a vivir a Madrid. En 1939 mi padre, que venía con los de Franco y con 19 años de su edad de entonces, se estableció en esta calle, y de ella le oí hablar desde niño, en mi infancia de barriada andaluza.

No sé si mi padre lo sabía entonces, pero en la Edad Media, un Simón Miguel Paredes tenía por aquí el más grande mesón de la villa. El emplazamiento de la fonda, en una de las subidas al burgo medieval, y la endémica escasez y calidad de las ventas y mesones ibéricos (de creer a los viajeros de todo siglo pasado) parece que favorecieron el florecimiento del negocio. Tanto que, unos pocos Paredes más tarde, el apellido acabó por tomar preposición y sus portadores, cargos públicos en el gobierno local.

Para los cuarenta del siglo acabado de pasar ya no estaba la fonda famosa, pero sí los fondos de un barrio abigarrado y trajinero, que fue lo que gustó a mi padre, quien no en vano venía de pueblo y de una guerra.

Pero entre los medioevos mesoneros y la posguerra de buscavidas, y según cuenta Pablo de Répide, se halló en la calle del Mesón de Paredes una de las más reputadas y antiguas pastelerías de España, y aún de Europa, una que ya era famosa en tiempos de Quevedo. No eran las de aquella época como las de hoy, ni era su principal negocio la producción de croissants o pastas de té, sino la de pasteles o empanadas rellenos de carne, como la que sirvió de último reposo a los restos mortales de los padres del Buscón de Quevedo, quien no le tenía al gremio mayor aprecio que a los de médicos o escribanos, lo cual es mucho y malo que decir...Y es que los bulos, fundados o no, de la España aurisecular acusaban a algunos pasteleros de pocos remilgos a la hora de obtener carne para el picadillo del relleno, no haciendo ascos a la de ajusticiados, no tratándose de los quemados por el brazo secular, quienes, además de herejes, quedaban inservibles por culpa de la cruel barbacoa.

También cuenta Répide que en sus tiempos (los comienzos del siglo XX) abundaban en la calle Mesón de Paredes las agencias de amas de cría, y añade un comentario crítico sobre la inocencia de las chicas de pueblo, que perdían la doncellez en los prados del norte para poder así entrar en el negocio del alquiler mamífero. Resulta irónico, tanto canibalismo directo o indirecto, y curiosa la coincidencia de vocaciones en la Historia de esta calle. Desaparecieron los pasteleros sospechosos de canibalismo pesetero, y los sustituyeron las lactantes por horas, pero en el fondo el negocio continuó siendo el de alimentar a unos a base de otros, menos afortunados. Ya fuera a costa de sus proteínas lácteas o cárnicas.

Y, cómo no, un paseo por la actual calle del Mesón de Paredes confirma la tradición y quiere perpetuarla. Hoy, esta calle empinada sorprendería a mi padre, quien quizá sería incapaz de verse en los rostros inmigrados que animan las esquinas del siglo XXI. Yo, que no conocí el Madrid de la posguerra, sí puedo y quiero ver en el vecindario de hoy la herencia y la continuación de lo que fue. Aunque cambien los rasgos y las lenguas, sigue habitando Mesón de Paredes gente trabajadora y humilde, que intenta hacerse hueco y lugar, y que en el proceso arma ruido y recorre las calles incesantemente. Pero claro, yo no he conocido el barrio como otros, que llevan toda la vida aquí y ven ahora como se les ha ido, porque ya nada es lo mismo. Como yo soy nuevo, puedo creerme que no hay tanta diferencia entre un senegalés recién llegado y mi padre hace sesenta años, recién salido de una guerra y con ganas de seguir vivo.

Y cuando digo que sigue la tradición, también me refiero a la de la venta de secreciones corporales. La de ahora no es exclusiva de mujeres paridas. Hoy se alquila el sudor de la gente con o sin papeles, o se le chupa el sustento pidiendo alquileres astronómicos o se apuran los beneficios excluyendo al trabajador extranjero de seguros sociales.

2 comentarios

Anónimo -

Desde Octubre estamos viviendo en Mesón de Paredes, y buscaba información sobre dicha calle. Nos ha encantado el texto. Un saludo.

Baobab -

Pareces Mesonero Romanos, da gusto saber que aún queda mucho por aprender de la historia de Madrid.