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Cuadernos de Lavapiés

Deberes de autor

"Que me pongan esto en la Internet, que lo cuelguen en todos lo chats del planeta, que un cualquiera sin título ni derecho, cansado por un rato de surfear en busca de porno gratis, ligues fáciles o música prohibida (¿prohibitiva?), lo traduzca al urdu, al aimara, al cananeo si se puede, y lo cite sin citar, sin que ni una booleana combinada ni todos los motores de búsqueda y todas las meta tags del mundo den nunca con mi nombre. Que un nigeriano cabreado lo corte, copie y pegue a una cadena de e-mails que se meta por todas las bandejas de entrada de todos los Outlooks y los Eudoras del mundo."
-¿Así empezaba?
-Que te digo que sí, me lo sé de memoria, tío. Me lo descargué en emepetrés, y me lo puse a todas horas con los auriculares, hasta que conseguí memorizarlo. El lunes, estamos ya a jueves y me sé el comienzo de corrido...
Los dos muchachos esperaban el autobús, sentados bajo la marquesina. Hasta que el siguiente coche de una línea que, afortunadamente, no era la suya se llevó a la vieja de pelo violeta, no volvieron a hablar del tema. Cuando se vieron solos de nuevo, el rubio siguió preguntando acerca de los más nimios detalles de la historia.
-¿Y urdu qué es?
-Mira que eres melón, es el idioma que hablan en Pakistán, o por ahí.
-¿Y a ti cómo te llegó? ¿en un correo de cadena?
-Que va, me lo pilló un amigo que tenía los códigos y me los pasó sin virus ni nada.
-Pues tienes que pasármelo.
-¿Para que te lo pillen tus viejos, y se forme la gorda? Ni de coña...Están metiendo unos puros que te cagas, si te descubren con el archivo te toca servicio social seis meses por lo menos, haciendo de Net Nanny diez horas al día y sin cobrar un céntimo. La única forma segura es aprendértelo de memoria, como estoy haciendo yo...—explicó el mayor de los dos, casi impaciente.

Otro joven, algo mayor que ellos, se acercó a la parada, y ambos lo observaron con miradas bajas y como distraídas, en silencio discreto. El recién llegado llevaba un gran jersey negro, cabellos a la mohicana y una bolsa de lona en bandolera, una apariencia de lo más inofensiva, pero ellos siguieron callados hasta que el joven sacó de su bolsa de lona un cartel y un rollo de cinta adhesiva con los que, tras decorar un lateral de la marquesina con el anuncio de un concierto de hip hop, siguió engalanando las paredes del barrio.
El más alto se acercó al póster.
-Dicen que este grupo te lo cuenta en sus rimas, enterito.
-¿Y cómo se lo montan para...?—empezó a preguntar el rubio, pero su amigo estaba al quite, adelantándose paternalista a las preguntas del interlocutor:
-Dicen que si lo comprimes en .zip y luego lo abres desde el explorador te sale el código html, que si lo barres tiene el texto íntegro en clave—explicó triunfal. Pero en la residencia tienen desactivados los drivers, y el administrador no te deja descargar sin pasar antes por el anti virus y el Net Nanny, el muy cabrón...
-Bueno, tú, y ¿cómo sigue?—el más joven se impacientaba.

"Me he pasado la vida, y son muchos ya mis años, sin cumplir el sueño de escribir, atenazado por el derrotismo de no tener nada importante que decir. Ahora, a mi vejez, quiero dejar esto escrito, antes de desaparecer para siempre, y dejarlo que se extienda como un gusano por cuantos más escritorios mejor. La tarea es ingente, porque, aunque me queda poco tiempo, lo que por fin tengo que escribir, lo que por fin me lleva a sentarme frente al ordenador es todo, absolutamente todo lo que me permita mi frágil salud. Encontré por fin qué decir el día que ellos lo prohibieron, el día en que se cumplió la profecía..."
-¿De qué profecía habla?
-No lo sé, pero si me interrumpes se me va el hilo, y te quedas con las ganas. Tú pilla el mensaje, que es lo que importa.

"Empezaron con la defensa a ultranza de los derechos de autoría. Al principio muchos pusieron el grito en el cielo ante las escandalosas componendas que se establecían entre herederos de autores, editoras y advenedizos, al amparo de leyes cada vez más estrictas, y en las que poco a poco se implicaban los intereses de las grandes compañías de publicación y distribución. Hubo casos curiosos, como el de oscuras entidades anónimas que percibían los derechos indirectos de la reproducción de obras del siglo XVI, o que ingresaban sustanciales sumas por la reedición de clásicos de la literatura incluso de autores muertos siglos antes."

-¿A quién se refiere?
-Ni yo lo sé, ni tú te ibas a enterar si te lo dijera, ¿no ves que nosotros no leemos?

"Pero a pesar de todo, el espíritu de defensa de la propiedad fue avanzando, la tecnología que en un principio se oponía a la privatización del intelecto fue también señoreada por los interesados más poderosos, y de la prohibición de Napster a la actual reforma del código penal, que impone sanciones de cárcel por la difusión, hablada o escrita, del contenido de cualquier libro registrado, han pasado pocas décadas."

-Tú eres muy chico,—se interrumpió el muchacho para responder a la expresión confusa de su amigo—pero eso era un portal desde donde podías descargarte todos los archivos que quisieras, gratis.—Exclamó satisfecho de sí el mayor de los dos, esta vez para redondear la faena, pues hasta allí había conseguido memorizar casi al pie de la letra.
-¿Y no te sabes nada más?—ansió el rubio.
-Bueno, más o menos el espíritu de la letra, eso sí, y también la historia que cuenta.—Respondió el enterado—Lo que sigue es un tocho espeso espeso, donde dice que desde que prohibieron contarse historias y hablar del argumento de las películas al salir del cine la cosa ha ido de mal en peor, y luego explica que cuando hablaron por primera vez de multar a la gente que silbara canciones en el metro nadie se lo quiso creer, pero que fíjate tú a dónde hemos llegado, y la gente sigue tragando, y ya en los bares han acabado por poner carteles donde se prohibe hablar de fútbol, y hay que ver los partidos de pago sin comentarios, que sólo se permite corear al equipo.
-Joder, dímelo a mí, que en la peña donde va mi viejo no te dejan ni contarle el resultado al que no haya pagado la cuota...
-Pues eso, que dice que el día que pillaron a los chavales aquellos hablando del Lazarillo en un banco del parque se jodió el mundo ya del todo.
-¿Del Lazarillo?
-Sí, una novela de yonosécuándo, que no te la cuento porque viene gente, disimula...

Era de nuevo el muchacho del jersey negro y los carteles, que tras haber cubierto una tapia que a tal efecto se ofrecía en un lateral de la avenida, regresaba quizá para esperar su autobús de regreso a casa. Saludó casi imperceptiblemente a los dos amigos, y se quedó de pie, las manos en los bolsillos, retirado unos pasos del alero de la techumbre.

Permanecieron los tres en silencio, hasta que el mayor de los dos amigos, con un expletivo, sacó de su bolsillo un teléfono digital de quinta generación. El aparato emitió un sonido reconocible, mientras el muchacho levantaba la vista de la pantalla de su aparato al rostro de su amigo.
K s Lazrillo?
K m dejes, aora no
Qntame. S no sntera d nda, pls?
L Lazrillo s un tio ke vvio ac mcho. 500 añs o +. ac d criado a vrios dueños. Se bsca la vda. psa abnturas y hambre. es la fndadora del gnro picaresco.

Los dos amigos estaban tan enfrascados con sus respectivos teléfonos, que no vieron cómo se acercaban los dos agentes. El joven de los carteles se dio la vuelta y les miró, blandiendo un escáner de sexta generación.
-Quedáis los dos detenidos bajo cargos de compartir ilegalmente información sujeta a las leyes de protección de los derechos de autor. Os la váis a cargar, piratas de mierda. A ver, los teléfonos...

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