De cruzados, aves extintas y otras glorias patrias
Soy masoquista, y todas las frustraciones que de ello se deriven se me hacen tan merecedoras como el que murió por gusto y hasta la muerte le supo a delicia. O sea, que no busco la empatía cuando confieso lo que hice el viernes pasado, justo antes de salir de viaje de trabajo a Sevilla y Córdoba. El trabajo consistía en llevarme a varias docenas de estudiantes americanos a visitar mi ciudad natal y la que la antecede en preponderancias béticas y o ribereñas.
El acto masoquista consistió en llegar al quiosco, husmear como quien se sabe víctima inminente de un largo viaje, y dar con una de las nuevas publicaciones que adornan nuestros estantes patrios: "Historia de Iberia Vieja". Por si la elección léxica a la hora de darle título no diera pistas suficientes sobre la ganadería de este novillo cuernón que acaba de entrar en el tentadero del debate pseudo histórico hispano, véase en su quiosco más cercano la portada elegida para vestir su primer número: un jinete medieval cristiano y muy coquetón, obra decimonónica y decimotodo que no hay que tenerle en cuenta a don Marceliano Santa María, su autor, a quien Dios tenga en su gloria. Nada tengo en contra de un buen jinete cristiano y medieval, lo que pasa es que el que me ocupa me resulta antipático por lo decimonónico, por lo facha y porque aparece saltando en su corcel (árabe a pesar de todo) sobre los cuerpos asustados, desnudos y animalescos de lo que según su autor era el palenque del caudillo moro Al Nasir.
La acción, verídica o legendaria, viene a ser nuestra carga de Balaklava ibérica, y en ella un grupo de caballeros castellanos, leoneses y bien nacidos hacía escabechina de otro de esclavos africanos que, atados y encadenados a postes, sólo muestran, además del miedo, su admiración por la manifiesta superioridad de aquellos peludos y barbados hijo del Señor don Santiago de todas y cada una de las Españas.
La pintura decimonónica es la pintura decimonónica, y el que esté libre de pecado que tire el primer Fortuny, pero el problema del cuadro de Santa María no es el cuadro en sí, como tampoco lo es que Santiago siga matando moros en los altares de media España. El problema es que una revista de supuesta divulgación cultural ponga el cuadrito para ilustrar una recreación histórica de las Navas de Tolosa que suscribiría el propio Jose Antonio (Cousin of the Riverside).
Porque, sí, queridos niños y niñas, la revista Historia de Iberia Vieja ha venido al quiosco de este nuestro barrio de derechas para dar rienda suelta a las fantasías más ñoñas y patrioteras de la españadetodalavida, pero con una pátina de supuesto rigor histórico y científico. De la vocación y el talante neo-cruzado de esta publicación pueden dar fe las palabras de su barquero insignia, en el artículo inaugural de esta prenda, de la que aprovecho para comentar que más hubiera valido imprimirla en pergamino, aún a riesgo de caer en el anacronismo:
"Parece claro, por tanto" escribe el ex-comunista exaltado y neo paladín de la derecha castiza, Pío Moa "que España existe como entidad política y cultural reconocible desde Leovigildo, y que, inlcuso anegada por la marea musulmana y fragmentada en varios reinos, el ideal nacional persistió con potencia bastante para recobrar la unidad perdida en la mayor parte de la península. Unidad amenazada hoy de nuevo por los separatismos y por la intervención islámica, la cual, asombrosamente, ha logrado con un solo golpe cambiar de arriba abajo la política española".
Ganas me dan de imprimir el texto, enrollar el folio en el que aparezca, y dar de lleno con él en el coco al próximo alumno que me cuestione la utilidad de estudiar la Historia. Pero como eso, aparte de muy poco profesional, resultaría muy de derechas, prefiero achantarme y contar cómo leí esta maravilla de artículo (intitulado "¿Desde cuándo existe España?) de camino a Sevilla, en un autobús lleno de veinteañeros estadounidenses que escuchaban sus Ipods, en vez de prestar atención a lo que yo les contaba por el micrófono del autobús (versiones in situ de la batalla de Las Navas de Tolosa, al tiempo que el autobús bajaba a toda pastilla las curvas benévolas del moderno Despeñaperros). Como ya me ponía pesado, y la cultura hay que darla dorando la píldora para que no amargue, dejé de intentar contar por qué o por qué no se llamaba aquello Depeñaperros, y a poco de cruzar el cartel de bienvenida de la Junta de Andalucía volví a sumerrgirme en las procelosas y patrióticas palabras del Moa, que no sólo el nombre tiene de ave extinta, sino también las ideas.
Luego vinieron las llanuras fértiles del Valle del Guadalquivir (seguro que Moa lo llama Betis a cada ocasión que tiene) y el hotel bien situado y el descanso de tantas horas de carretera y sol. La lectura masoquista de Pío Moa y sus nuevos compis me hicieron querer fraguar quijotescas explicaciones, situaciones estúpidas en las que varias docenas de estudiantes de Massachussetts se quedaban pasmados mientras yo les explicaba el significado de un patio lleno de naranjos, interconectados por mini-acequias, o donde los mismos alumnos flipaban de colores con mi historia de cómo Abderrahman I les compró a los cristianos cordobeses un trozo de su iglesia para acomodar en ella a los fieles musulmanes, en vez de tomar, robar, destruír o confiscar, para acabar rezando pared con pared.
No se me malinterprete: también cuento a mis alumnos cómo Almanzor hizo traer las campanas de Santiago a lomos de cristiano, cruzando la península que Moa considera, a estas alturas, la reserva espiritual de Occidente (todavía). Y también les cuento que no todo fue convivencia y tolerancia. Lo que al final resulta es un enorme pifostio mental por parte de estos chicos que salen del Mall de Boston para meterse en la Mezquita de Córdoba con un servidor, que les dice ora una cosa ora la contraria. Pero eso es precisamente lo que busco, un pifostio histórico en el que no se sabe nunca quién es el bueno y quién el malo, quién el moro traidor y quién el Cid mercenario. Cualquier otra certeza al respecto sería digna sólo de dinosaurios, dodos, moas y otros extintos.
El acto masoquista consistió en llegar al quiosco, husmear como quien se sabe víctima inminente de un largo viaje, y dar con una de las nuevas publicaciones que adornan nuestros estantes patrios: "Historia de Iberia Vieja". Por si la elección léxica a la hora de darle título no diera pistas suficientes sobre la ganadería de este novillo cuernón que acaba de entrar en el tentadero del debate pseudo histórico hispano, véase en su quiosco más cercano la portada elegida para vestir su primer número: un jinete medieval cristiano y muy coquetón, obra decimonónica y decimotodo que no hay que tenerle en cuenta a don Marceliano Santa María, su autor, a quien Dios tenga en su gloria. Nada tengo en contra de un buen jinete cristiano y medieval, lo que pasa es que el que me ocupa me resulta antipático por lo decimonónico, por lo facha y porque aparece saltando en su corcel (árabe a pesar de todo) sobre los cuerpos asustados, desnudos y animalescos de lo que según su autor era el palenque del caudillo moro Al Nasir.
La acción, verídica o legendaria, viene a ser nuestra carga de Balaklava ibérica, y en ella un grupo de caballeros castellanos, leoneses y bien nacidos hacía escabechina de otro de esclavos africanos que, atados y encadenados a postes, sólo muestran, además del miedo, su admiración por la manifiesta superioridad de aquellos peludos y barbados hijo del Señor don Santiago de todas y cada una de las Españas.
La pintura decimonónica es la pintura decimonónica, y el que esté libre de pecado que tire el primer Fortuny, pero el problema del cuadro de Santa María no es el cuadro en sí, como tampoco lo es que Santiago siga matando moros en los altares de media España. El problema es que una revista de supuesta divulgación cultural ponga el cuadrito para ilustrar una recreación histórica de las Navas de Tolosa que suscribiría el propio Jose Antonio (Cousin of the Riverside).
Porque, sí, queridos niños y niñas, la revista Historia de Iberia Vieja ha venido al quiosco de este nuestro barrio de derechas para dar rienda suelta a las fantasías más ñoñas y patrioteras de la españadetodalavida, pero con una pátina de supuesto rigor histórico y científico. De la vocación y el talante neo-cruzado de esta publicación pueden dar fe las palabras de su barquero insignia, en el artículo inaugural de esta prenda, de la que aprovecho para comentar que más hubiera valido imprimirla en pergamino, aún a riesgo de caer en el anacronismo:
"Parece claro, por tanto" escribe el ex-comunista exaltado y neo paladín de la derecha castiza, Pío Moa "que España existe como entidad política y cultural reconocible desde Leovigildo, y que, inlcuso anegada por la marea musulmana y fragmentada en varios reinos, el ideal nacional persistió con potencia bastante para recobrar la unidad perdida en la mayor parte de la península. Unidad amenazada hoy de nuevo por los separatismos y por la intervención islámica, la cual, asombrosamente, ha logrado con un solo golpe cambiar de arriba abajo la política española".
Ganas me dan de imprimir el texto, enrollar el folio en el que aparezca, y dar de lleno con él en el coco al próximo alumno que me cuestione la utilidad de estudiar la Historia. Pero como eso, aparte de muy poco profesional, resultaría muy de derechas, prefiero achantarme y contar cómo leí esta maravilla de artículo (intitulado "¿Desde cuándo existe España?) de camino a Sevilla, en un autobús lleno de veinteañeros estadounidenses que escuchaban sus Ipods, en vez de prestar atención a lo que yo les contaba por el micrófono del autobús (versiones in situ de la batalla de Las Navas de Tolosa, al tiempo que el autobús bajaba a toda pastilla las curvas benévolas del moderno Despeñaperros). Como ya me ponía pesado, y la cultura hay que darla dorando la píldora para que no amargue, dejé de intentar contar por qué o por qué no se llamaba aquello Depeñaperros, y a poco de cruzar el cartel de bienvenida de la Junta de Andalucía volví a sumerrgirme en las procelosas y patrióticas palabras del Moa, que no sólo el nombre tiene de ave extinta, sino también las ideas.
Luego vinieron las llanuras fértiles del Valle del Guadalquivir (seguro que Moa lo llama Betis a cada ocasión que tiene) y el hotel bien situado y el descanso de tantas horas de carretera y sol. La lectura masoquista de Pío Moa y sus nuevos compis me hicieron querer fraguar quijotescas explicaciones, situaciones estúpidas en las que varias docenas de estudiantes de Massachussetts se quedaban pasmados mientras yo les explicaba el significado de un patio lleno de naranjos, interconectados por mini-acequias, o donde los mismos alumnos flipaban de colores con mi historia de cómo Abderrahman I les compró a los cristianos cordobeses un trozo de su iglesia para acomodar en ella a los fieles musulmanes, en vez de tomar, robar, destruír o confiscar, para acabar rezando pared con pared.
No se me malinterprete: también cuento a mis alumnos cómo Almanzor hizo traer las campanas de Santiago a lomos de cristiano, cruzando la península que Moa considera, a estas alturas, la reserva espiritual de Occidente (todavía). Y también les cuento que no todo fue convivencia y tolerancia. Lo que al final resulta es un enorme pifostio mental por parte de estos chicos que salen del Mall de Boston para meterse en la Mezquita de Córdoba con un servidor, que les dice ora una cosa ora la contraria. Pero eso es precisamente lo que busco, un pifostio histórico en el que no se sabe nunca quién es el bueno y quién el malo, quién el moro traidor y quién el Cid mercenario. Cualquier otra certeza al respecto sería digna sólo de dinosaurios, dodos, moas y otros extintos.
7 comentarios
Ángel -
No me trates de usted. Soy de tu misma generación. Hace 9 años también yo estaba yendo a clases de la universidad, clases que me han servido para poco.
Si ahora tengo trabajo, puede que mañana no. Si vivo con mi pareja, es porque queremos, podemos, y el alquiler nos sale más barato entre dos. Si quieres montártelo de rebelión generacional, me parece magnífico. Pero escoge mejor los blancosy los motivos de tus iras.
Alberto -
Un saludo
(Alberto, ingeniero, de 27 años de trabajo basura en trabajo basura harto de esta politizada, falsa y corrupta "nación de naciones" en la que nos habéis convertido, descuida que como vosotros, ya la cambiaremos de arriba abajo cuando lleguemos, aunque alomejor en la vejez la aborreceis como vuestros viejos aborrecen la españa que os habéis montado).
Gran revista HISTORIA DE ESPAÑA VIEJA, leedla si podeis.
Juan Antonio Bermúdez -
http://contrabandos.blogspot.com/
Me he fijado también en las fechas de tus artículos y veo que no actualizas desde junio. Espero que sea por algo bueno. Me seguiré pasando por aquí de vez en cuando, a ver si regresas. Saludos.
Anónimo -
Yo soy un recién llegado a este mundillo y tengo otro blog sobre literatura, crítica social "y lo que surja". Se llama Contrabandos y si te apetece puedes visitarlo cuando quieras, por supuesto, estás invitado.
Soliloco -
Que ganas de marear a la historia a su favor tiene la gente eh?
clavedesol -
Victor Flyte -