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Cuadernos de Lavapiés

En defensa de (insert word), no contra los (insert minority)

Alabama, 18 de junio de 1969. Un periódico local se hace eco de la convocatoria organizada por el comité estatal del Partido Republicano, en la que se hace un llamamiento general para que las clases activas de la ciudadanía salgan a protestar por las calles de la ciudad. El gobierno federal, un grupo liderado por los radicales de Kennedy, los demócratas del Noreste, filocomunistas y partidarios de la diabólica teoría de la Evolución, tal y como la postuló el demonio barbudo y simiesco de Darwin, ha decidido acabar con las instituciones más sagradas de la sociedad estadounidense. Las leyes antisegregación amenazan con destruír lo más sagrado, lo más tradicional y lo mejor de un mundo que se resiste a morir a manos de esos radicales de Washington. Hoy saldrán a la calle para decirlo bien alto.

Para llegar a un mayor número de personas de bien y pro, el periódico local ha repartido, gratis, una tirada especial, que se reparte por las calles, las paradas de autobús, los centros comerciales y las gasolineras.
En la portada del periódico se lee:
"En defensa de nuestras tradiciones, este sábado: manifestación a favor de lo nuestro". Para aclarar las dudas de los menos convencidos, el subtítulo, en letra pequeña y con la boca del mismo tamaño, especifica, fariseo: "No en contra de los negros".

Antes de subir al tranvía que le llevará a su oficina, un empleado de seguros blanco, de camisa a mangas cortas y sombrero de periodista deportivo, asiente y murmura, lo suficientemente alto como para que puedan oirle los demás viajeros, todos blancos por ley: "nada en contra de esos negros de mierda, siempre y cuando recuerden cuál es su sitio, y no se atrevan a salir de sus barrios y querer usar nuestras playas, piscinas, colegios y transportes públicos".

Tras veinticinco minutos de trayecto, decido bajarme. En la cabecera de la avenida, comienza a formarse otra, protegida, como los toreros con ganas de triunfo, por una pancarta a modo de capote. En ella se lee un mensaje que me deja de piedra. No por el contenido, sino por porque no está escrito en inglés sureño y confederado, sino en castellano de Castilla. "En defensa de la familia. No contra los homosexuales." Mi excompañero de tranvía, que acaba de transformarse en un jubilado de Ávila, vuelve a gritar para que se le oiga, oiga, que ya está bien de rojeríos y mariconadas. Contra los bujarras, eso sí, él no tiene nada. Siempre y cuando se queden, like those fucking niggers, in their place.

3 comentarios

Soliloco -

Impresionante, te vi a citar todo todo todo

Baobab -

El tranv'ia sigue siendo rentable, pero ya no se llena como antes en horas punta.

Cesar -

Buenisimo que lo reportas...y tristisimo a la vez. Lo voy a citar en mi blog.