Carpinteros de ribera
Carpinteros de ribera, eran llamados los especialistas en maderas destinadas a flotar sobre las aguas. En otros tiempos, estos carpinteros eran miembros muy importantes de toda tripulación. En el no improbable caso de que una galerna desarbolara la embarcación, o de que un bajío traidor taladrara el casco, los carpinteros de ribera eran los únicos que podían salvar a sus compañeros del naufragio. En el caso de que fuera éste inevitable, eran ellos los encomendados con la labor de construir medios de escape, aprovechando cuanta madera se salvara del navío, o los recursos que el lugar de naufragio proporcionara a los desafortunados robinsones.
Hoy, en los tiempos del titanio y la fibra de carbono,la figura del carpintero de ribera ha cambiado mucho. Quizá haya desaparecido incluso de la mayor parte de los astilleros y buques actuales, y ciertamente no ocupa el lugar de preferencia de antaño en las listas de embarcados que se confeccionan en las oficinas de personal de las modernas navieras. Ni los barcos llevan ya palos que reponer, ni las brechas en el casco se pueden hoy componer con maderamen y clavos, como bien demostró el Prestige. En la actualidad, los escasos tripulantes con conocimientos de carpintería naval se encargan de confeccionar balsas de la mala muerte, en las que oficiales como los del buque Wisteria abandonan a su suerte a los polizones. Un síntoma de la modernidad es que, según parece, ya no se practica el ritual pirata de caminar sobre una plancha para atraer con ello a los tiburones y dar ejemplo entre teóricos cabecillas de motines en alta mar.
Ángel González García
Hoy, en los tiempos del titanio y la fibra de carbono,la figura del carpintero de ribera ha cambiado mucho. Quizá haya desaparecido incluso de la mayor parte de los astilleros y buques actuales, y ciertamente no ocupa el lugar de preferencia de antaño en las listas de embarcados que se confeccionan en las oficinas de personal de las modernas navieras. Ni los barcos llevan ya palos que reponer, ni las brechas en el casco se pueden hoy componer con maderamen y clavos, como bien demostró el Prestige. En la actualidad, los escasos tripulantes con conocimientos de carpintería naval se encargan de confeccionar balsas de la mala muerte, en las que oficiales como los del buque Wisteria abandonan a su suerte a los polizones. Un síntoma de la modernidad es que, según parece, ya no se practica el ritual pirata de caminar sobre una plancha para atraer con ello a los tiburones y dar ejemplo entre teóricos cabecillas de motines en alta mar.
Ángel González García
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