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Cuadernos de Lavapiés

Uniformidad

No son de cartón. A comienzos de semestre, uno no sabe nada. Son como todos. El día que les señalan, acuden a clase vestidos de uniforme, se sientan derechos, no suben los pies a la silla de delante, y ni se les ocurre traer platos de comida a clase.

Luego, a toro pasado, uno cree haber adivinado en su conducta anterior las pistas que supuestamente los delataban como estudiantes becados por las U.S. Armed Forces. Es mentira, o ilusión, porque nunca lo sabes hasta que no han venido a tu clase en uniforme. Algunos que creías chicos de ideología especialmente conservadora, patriótica o militarista resultan no necesitar de ayudas, y sus padres ricos pagan la matrícula sin necesidad de hipotecar sus vidas. Otros, que pensabas chicos de calle y barriada, un tanto más abiertos de mente a lo de afuera, aparecen un día y se cuadran frente a ti, que sólo querías que leyeran una escena de Calderón. Sus padres pueden tener apellidos de cualquier tipo, pero da la casualidad de que la mayoría son latinos o negros. Es pura casualidad, claro está. Si se quiere, puede explicarse porque las razas "oscuras", bien entrenadas, son muy guerreras y muy bélicas (algunas). Pero es sólo coincidencia, no como cuentan algunos comunistas vegetarianos y afrancesados, que mantienen que se trata de vender tu vida mercenaria a cambio de la posibilidad de estudiar. Pamplinas...

El caso es que vienen a clase de uniforme, chicos y chicas. La carne, una vez rellena de metralla, no tiene sexo (género, dizque se debe decir, según la RAE). Otras veces los ves con otros uniformes: los de camarero, pinche o jardinero, porque muchos de estos chicos y chicas tienen que complementar el pago de sus estudios, y además de deberle varios años de su vida al ejército (nada más licenciarse), tienen que trabajar para que la vida de los de pago sea lo más cómoda posible. Y así, entre barras y estrellas, barras y fogones, galones al pecho y galones de detergente lavavajillas, pasan sus cuatro años de disciplina y lujo, aprendiendo que si mueren dos años después de la graduación en algún país que no pudieron aprender a señalar en el mapa, lo harán defendiendo la libertad.

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