¡Que no mueran los novios!
En Canaán se presentó en el convite un utópico con dotes de tabernero prodigioso. A Camacho y la futura Camacha se les colaron de rondón un gorrón panzudo y muerto de hambre y otro utópico. Uno que, de ver al anterior volviendo agua en vino, le habría pedido que le nombrase caballero.
A las familias del norte de Iraq vienen a pedirle el aguinaldo nupcial unos sujetos que quizá también sean unos utópicos en su vida privada. Y se lo vienen a cobrar no en vasos de vino y pañuelos de peladillas, sino en vidas de convidados. No echan arroz al paso de los recién casados, sino que arrojan bombas que nada entienden de dañinas utopías.
En el norte de Iraq, ¡vivan los novios! Es un grito de angustia y un deseo frustrado.
Ángel González García
A las familias del norte de Iraq vienen a pedirle el aguinaldo nupcial unos sujetos que quizá también sean unos utópicos en su vida privada. Y se lo vienen a cobrar no en vasos de vino y pañuelos de peladillas, sino en vidas de convidados. No echan arroz al paso de los recién casados, sino que arrojan bombas que nada entienden de dañinas utopías.
En el norte de Iraq, ¡vivan los novios! Es un grito de angustia y un deseo frustrado.
Ángel González García
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sole -
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