Aznar y la vida salvaje
Hoy, la sobremesa de documental ha sido imposible. Después del almuerzo, el sesteo otoñal no pudo acompañarse hoy con las costumbres gregarias del pingüino emperador, ni con un repaso a la organización social del hormigas y termitas. Se ve que la televisión pública tiene ya hecho un retrato robot de su televidente medio, y ha concluído que la mayoría tenemos tragaderas anchas, y que lo mismo hacemos a una etapa reina del Tour de Francia que a una retransmisión en directo desde el Congreso de los Diputados. Por eso, en vez de sacrificar a la actualidad política española un episodio cualquiera de telenovela, y emitir por su primer canal los escarceos de Aznar, se ha resuelto emitirlo en el lugar de uno de los pocos espacios culturales que quedan en antena hoy en día.
No voy a quejarme: mejor perderse una siesta zoológica que vivir en una sociedad donde ni siquiera se finge que el que manda debe rendir cuentas de sus actos. Sin embargo, tengo que decir que los sueños (merecidos o no) que se gestan al calor de las evoluciones venatorias de un felino salvaje y en extinción suelen ser mucho más placenteros que los que termina suscitando el bigote ártico del ex-presidente del Gobierno.
No voy a quejarme: mejor perderse una siesta zoológica que vivir en una sociedad donde ni siquiera se finge que el que manda debe rendir cuentas de sus actos. Sin embargo, tengo que decir que los sueños (merecidos o no) que se gestan al calor de las evoluciones venatorias de un felino salvaje y en extinción suelen ser mucho más placenteros que los que termina suscitando el bigote ártico del ex-presidente del Gobierno.
1 comentario
Baobab -
Me has dejado intrigado con la dichosa canción.