Blogia
Cuadernos de Lavapiés

Ibarretxe que etxe

Dice el Lehendakari Ibarretxe ante el Congreso de los Diputados que, hoy en día, no se llevan ya las asociaciones impuestas, sino las que parten de la anuencia del asociado. Y dice, muy molón él, que ni a los hijos siquiera se retiene hoy en casa contra su voluntad.

Lo que pasa es que el señor Lehendakari es nacionalista, y el nacionalismo, como otras ideologías decimonónicas, tiene en grande estima la genealogía, y es amiga de árboles familiares (sean o no éstos de Gernika). No hay, por tanto, que extrañarse, de que Ibarretxe se sirva de una imagen tan "familiar" para hablar de las asociaciones voluntarias, o de las identidades ad hoc, que vienen a ser lo mismo. El problema es que el autor del Plan de libre asociación de Euzkadi está confundiendo, probablemente a propósito, al electorado, poniendo el carro delante de la mula o embarallando las cartas de las familias étnicas con que jugábamos de pequeños a la brisca. Porque, querer hacer ver a estas alturas que España es "la madre" de la que una hija hecha mayocita quiere independizarse, es rizar el rizo un poquitín demasiado, y ya no están los tiempos para que venga un Arana a hacer un collage pseudo-histórico que medio cuele.

Razón tendrá, supongo, Ibarretxe, cuando dice que dos no se juntan si uno no quiere (harina de otro costal será demostrar que su Plan es, de verdad, la voz y la opinión de dicho "uno"). Labor, por otra parte, difícil, sobre todo porque los "unos" suelen estar compuestos de varios millones de individuos. Pero en lo que no tiene razón es en querer presentar la "historia de la asociación de Euzkadi a España" como una relación materno-filial (o paterno-filial, que no importa el sexo del progenitor, y menos en estos días) en la que Europa hace de abuela, España de madre y Euzkadi de ¿hija independizada, hermana que vive sola?.

Claro que, ya que insiste, que lo haga bien, y se prepare el temario para cuando le pregunten qué papel tendrían Canarias, Extremadura, Murcia, La Mancha o Melilla en esta familia. Sobre todo teniendo en cuenta que todas fuimos "adoptadas", a menudo por vascos, y quizá ahora habría que dilucidar a quién le corresponde nuestra tutela en caso de divorcio, emancipación, desasociación, o lo que quiera que sea que nos traigan mamá y una de las hermanas mayores. La otra, como está saliendo con Maragall, sólo se mete para pedirle a la mama más dinero. La mama, como está tan sola, se lo da. Pero esa historia la cuento otro día.

2 comentarios

Francisco Ganz -

Aquí, todo esto sería un juego dialéctico entre profesionales de la política, una cuestión de carácter administrativo, si no existiera un problema fundamental. Hay nacionalistas que están matando gente por el simple hecho de un desacuerdo. La propuesta nacionalista es de un cinismo vergonzante. Creo que el lendakari ha ido a Madrid esperando un mal recibimiento que no se ha producido para reivindicar su hipócrita victimismo y desviar la cuestión fundamental. Mal asunto para el futuro vasco con ese cáncer.

Baobab -

Tan lejos has llegado con los símiles familiares que casi me he perdido. En cualquier caso, se ve que el único problema es el dinero. El nacionalismo "nostálgico", como dijo un diputado del BNG refiriéndose al PSOE, pierde su sentido cuando se reconocen la cultura, lengua, etc. y se le dota del autogobierno que tiene ahora Vasconia. Si no, ¿cómo se comprende la independencia de España y la cesión de competencias a la Unión Europea? Es, en fin, orgullo enquistado, nostalgia de un pasado que no existió, insolidaridad y sobre todo el dinero que recibiría Euskadi directamente de la UE, como Estado Asociado (y por tanto miembro).